Nuestros sentidos se educan por el placer, pero aprenden por el dolor.Se expanden por el primero, pero hallan su correcta proporcion por el segundo.
Antes que negados o menospreciados los sentidos deben ser educados, es decir se debe sacar el mejor partido de ellos, enseñando al ojo a ver, al oido a oir, a la lengua a gustar y al tacto a acariciar.
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