Si un niño, tras quemarse, tiene miedo al fuego, ese miedo le conducira al respeto.
Si un adulto, por el mismo motivo, comprende la fuerza que subyace en sus propios miedos y comienza a respetarlos, es probable que la energia que pierde en el repliegue de la aprension la recupere en el despliegue de la atencion correcta.
Lo importante no es perder el miedo sino ver a traves de el.
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